


Gran faena de Sebastián Castella al Toro Guadalupano de Teófilo Gómez que fue indultado Arturo Saldívar confirmó su alternativa cortando una Oreja al toro de su confirmación y José Luis Angelino con una digna actuación se le fue el triunfo al sufrir tremenda voltereta saliendo ileso.
El joven matador Arturo Saldívar tuvo una digna actuación cortando oreja al toro de su confirmación de nombre “Peregrino” No. 651 con 530 kg., de peso y su segundo se partió el pitón quedando inédito y sin dar juego, el matador no tuvo tela de donde cortar, pero dejo grato ambiente en esta su primera actuación ya como matador de toros.
Al final la gente salió contenta por el gran triunfo del matador francés Sebastián Castella y el gran juego que dio el toro Guadalupano, por cierto es el segundo toro que llevando ese nombre es indultado en esta plaza y en especial este toro de Teófilo Gómez el mero día de la Guadalupana reina de México, tocó en suerte siendo un toro de regalo, y llevar este nombre que pasará a la historia como uno más de los toros indultados en este ruedo, justo el día de la celebración de su nombre“Guadalupano” No. 35 con 500 kg. de la ganadería de Teófilo Gómez.
En esta corrida se despidio el gran picador de toros Domingo López Hernández "El Zotoluco" a quien brindo su paisano José Luis Angelino el toro de su despedida y dio vuelta al ruedo entre las notas de las golondrinas tras de más de 40 años de actividad arriba del caballo como picador de toros.
Y TODO LISTO PARA LA SÉPTIMA CORRIDA DE LA TEMPORADA GRANDE, EN LA MONUMENTAL DE INSURGENTES. CON TOROS TLAXCALTECAS DE LA GANADERÍA DE LA SOLEDAD.
José María Luévano, Matias Tejela y Juan Chávez con Toros de La Soledad, cartel para la 7a Corrida
Otro cartel con tres presentaciones de matadores anunciados en El elenco junto con la ganadería de La Soledad para la séptima corrida de la Temporada Grande.
Este cartel promete buenos resultados con los Toros de la dehesa de La Soledad propiedad de Dalel Zarur de González (Sucres) que vienen del municipio de Tetla, en el estado de Tlaxcala y que en cuanto sean recibidos y reseñados por las autoridades correspondientes, serán dadas a conocer las características de cada toro a lidiarse por esta tercia de matadores.
Jacobo Zabludovsky
Gabriel y Mario
El Universal de México
Pocas veces se ha dado en la historia de la literatura universal una mezcla de amistad, admiración, respeto y afecto tan profundos entre dos escritores como la que unía, hace 40 años, a Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Vecinos en la calle Caponata de Barcelona, el joven peruano obsequió al autor de Cien años de soledad una declaración de amor fraternal en forma de ensayo, el más profundo que se ha hecho de la vida y obra de quien, 12 años mayor que él, trazaba el camino de aquellos que se arriesgan al abandono de todo para dedicarse a escribir. La cercanía física y la confianza permitieron a Vargas Llosa acudir, como una de las fuentes de su trabajo, al hombre en torno del cual investigaba, consultaba, recordaba y leía para dar a conocer su vida y obra.
Tengo ante mis ojos los tres tomos empastados en piel, de García Márquez. Historia de un deicidio, en sus dos partes: La realidad real y La realidad ficticia. Al calce: “Breve biblioteca de respuesta. Barral Editores. 1971”. Las páginas están impresas en una sola cara porque son galeras de imprenta, pruebas de linotipo cortadas al tamaño del libro que se pondrá a la venta. De puño y letra de los correctores aparecen las anotaciones necesarias. En la primera hoja de texto del tomo I, una dedicatoria con tinta azul: “Para Sarita y Jacobo, Gabriel. Barcelona, 1971. Año de la onda”.
La realidad real abarca desde el nacimiento de Gabriel, su familia, estudios, amigos, primeros textos. “Este largo aprendizaje de la esclavitud más extrema y de la más extrema libertad reunidas, separa La hojarasca, la novela decorosa con que inaugura su vocación, de Cien años de soledad, el deicidio con que alcanza su plenitud”. Son 212 páginas.
En el tomo II principia la realidad ficticia que abarcará también el III hasta un total de 664 páginas. “La Historia Morbosa. Los primeros cuentos”, encabeza el recuerdo: “García Márquez ha contado lo que le ocurría cuando comenzaba a escribir, allá por 1947, en esa época en que era estudiante de Derecho y empeñoso lector de Kafka. “Siempre tenía frente a mí el problema de los temas: estaba obligado a buscarme el cuento para poderlo escribir”.
Si alguno de aquellos dos jóvenes escritores soñó el sueño de llegar a ser premio Nobel, seguramente ninguno imaginó que llegarían a lograrlo estando ambos en este mundo. La semana pasada le fueron entregados el diploma, la medalla y el cheque a Mario, 28 años después de aquella noche inolvidable en que acompañamos a Gabriel y Mercedes en la ceremonia solemne de Estocolmo.
El discurso de Vargas Llosa fue un repaso a las convicciones y sentimientos de toda su vida. “Aprendí a leer a los cinco años… Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida”, son las primeras palabras que, como en muchas de sus novelas, resumen toda la historia en frases mínimas. “Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida… Inventamos las ficciones para de alguna manera poder vivir las muchas vidas que quisiéramos cuando apenas disponemos de una sola… los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho…”.
Habla de política: “Creíamos que con el desplome de los gobiernos totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos (debió decir «el» holocausto, porque solo ha habido uno, J. Z.), genocidios (estos sí, han sido innumerables, J. Z.), invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido… Padecemos menos dictaduras que antaño, solo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudodemocracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua”.
Termina el discurso: “…la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible… es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no volvamos a la barbarie…”.
Coloco su discurso con los libros suyos-míos, junto al primero de todos, ese que hace 40 años recibí en tres tomos de pastas mestizas. Reviso algunas dedicatorias, casi copiadas una de otra a lo largo del tiempo: “Para Sara y Jacobo, con el afecto de su viejo amigo, Mario Vargas Llosa”. Otra vez agradezco.
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